domingo, 22 de mayo de 2011

La senda del diablo

Cualquiera que no haya oído hablar nunca de un personaje que responde por el nombre de Daredevil, viste de rojo intenso y luce un par de cuernos en su cabeza, pensaría que procede del entorno sobrenatural y asienta sus base en el género de lo terrorífico. No podría estar más equivocado.

Daredevil es uno de los más significativos héroes urbanos de la casas de las ideas. Surgido en 1964 de la mano de Stan Lee y el veterano dibujante Bill Everett, el Hombre sin Miedo de Marvel se alza como un justiciero distinto y alejado de cualquier precedente que se pueda imaginar. Bajo la máscara se oculta Matt Murdock, un abogado que perdió la vista cuando era todavía un niño, en el accidente que también aumento sus sentidos hasta lo extraordinario, dotándole de una especie de sentido de radar que sustituye con creces la visión convencional.

En los primeros tiempos de andadura de Daredevil, los lectores conocieron tanto su entorno personal, en el que destacan su inseparable compañero de bufete, Foggy Nelson, como la que fuera secretaria del mismo, Karen Page, así como una rica caterva de villanos como Mr. Miedo, el Búho, El Gladiador o Bullseye. Pese a contar con un puñado de etapas interesantes, entre las que destaca especialmente la que gozó del dibujo de Gene Colan, el gran maestro de las luces y las sombras del cómic estadounidense, Daredevil no conseguiría situarse en el imaginario colectivo de los lectores hasta que un entonces desconocido Frank Miller no se hizo con la colección, a finales de los años setenta, en un momento en el que el título agonizaba próximo al cierre, ante unas ventas discretas que señalaban el escaso interés que para los aficionados ofrecía el héroe en aquel momento concreto.

Miller revolucionó por completo el universo del Hombre sin Miedo, le sacó del ostracismo y consiguió situarle en el ojo del huracán. Logró, en definitiva, que muchos aficionados se lanzaron a comprar sus historias y a considerarlas como imprescindibles. De vivir aventuras pintorescas y optimistas, en una línea similar a la que pudiera seguir Spiderman, pero sin llegar al glamour del trepamuros, Daredevil pasó a sumergirse por completo en el género negro y policiaco. Miller descubrió un pasado de Matt Murdock del que había formado parte Stick, un maestro que le había instruido para convertirse en el formidable justiciero que los aficionados conocían; y Elektra Natchios, el gran amor de su vida, perdida sin dejar rastro tras los años de universidad y reaparecida como una brutal asesina a sueldo. El elenco de villanos sufriría, a su vez, una dramática reconversión. Kingpin, un personaje tradicionalmente ligado a Spiderman, se alzaría como el enemigo definitivo de Daredevil, mientras que Bullseye, el asesino que nunca falla, adquiriría una importancia y una caracterización con la que no había contado hasta el momento. La secta ninja de La Mano, a la que había pertenecido Elektra y a la que había combatido Stick, también se posicionaría en el primer nivel de los enemigos de Daredevil, lo que desvelaba el interés de Miller por la iconografía nipona, que se sumaba a su otra pasión: el Spirit de Will Eisner, una de las grandes cúspides del noveno arte, homenajeada una y otra y vez en esta mítica etapa del Hombre sin Miedo.

El paso de Miller por el mundo de Daredevil se concretaría en dos ciclos claramente definidos. En el primero, su participación en la serie se extendió hasta el guión como al dibujo. Comprende los que se podrían denominar como los años formativos de la carrera de Miller, y van desde poco después de su llegada a Marvel hasta su salida de la misma a comienzos de 1983, cuando dejó al personaje situado entre los más populares de la compañía. Ya en 1986, regresaría a Marvel y a Daredevil, para escribir, con David Mazzuchelli como dibujante, la que probablemente sea la mejor historia publicada del héroe ciego: Born Again.

Fue tan grande la huella dejada por Frank Miller en el Hombre sin Miedo que la práctica totalidad de los creadores con los que ha contado la serie desde entonces se han visto, de una manera u otra, condicionados por ella. Algunos a la hora de seguir el rastro dejado por él, otros buscando posicionarse en el lado opuesto, recuperando quizás un poco de la luz que iluminaba a Daredevil antes de que Miller le envolviera en las sombras. Sea como fuera, lo cierto es que la suerte ha sonreído a este Diablo Guardián desde entonces, hasta el punto de que podría decidirse que, al tiempo que elude la influencia, en cualquier sentido, del maestro consigue situarse en un grado de calidad equiparable. Y esa etapa es la desarrollada por Ann Nocenti.

Escritora y reportera marcadamente progresista que comenzara sus días en Marvel como coordinadora de diversos títulos, Nocenti tenía una especial inquietud por las historias de carácter social, así como por los personajes de naturaleza fantástica. Ambos intereses pudo combinarlos cuando accedió a ocuparse de las historias del Hombre sin Miedo. Curiosamente, su primera toma de contacto con Daredevil fue un episodio de relleno dibujado por el legendario artista Barry Windsor-Smith que retomaba uno de los argumentos tejidos por Miller en Born Again para llevarlo a su propio terreno, a temas que le preocupaban, como la proliferación de armas, el maltrato infantil o el fundamentalismo religioso. Apenas cuatro números después, se estrenaba como guionista habitual de la serie, en la que permaneció desde 1987 hasta 1991. A partir del segundo año, contaría con la excepcional compañía de John Romita Jr., uno de los mejores dibujantes de la compañía, que vendría apuntalar la solidez de una etapa para la que Nocenti se planteó de manera premeditada que su labor fuera lo más personal posible, consciente de que las comparaciones siempre son odiosas.

El arco argumental incluido en este volumen se sitúa en un punto en el que Nocenti ya se había hecho con las herramientas de la cabecera e incluso había producido momentos memorables, como la creación de María Tifoidea, una asesina al servicio de Kingpin que consiguió que muchos se olvidaran de Elektra. En aquel entonces, como consecuencia de una gran aventura mutante titulada “Infierno”, hordas de demonios invadían las calles de Nueva York. Muchas fueran las colecciones que reflejaron la crisis en la Gran Manzana, y Daredevil, un héroe por cuyas venas circula la Gran Manzana, tenía también que ser participe. Nocenti aprovechaba entonces para enfrentar al Diablo Guardián con un verdadero demonio, colocándole en una situación sorprendente como desconocida por el héroe. No era más que el primer paso para sacarle de su entorno urbano y embarcarle en un viaje de incierto destino a lo largo de América. En cada parada, encontraría extraños que servirían como vehículo para que la guionista abordara diversas problemáticas que todavía no había podido desarrollar. El resultado no es otro que la saga del Hombre sin Miedo que nadie hubiera esperado leer, pero que se alza, por derecho propio, como una de las historia más sugestivas y originales.

AUTOR: JULIAN M. CLEMENTE

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